Exponiendo la Apostasía del Tiempo Final: Doctrinas de Demonios. #8

Exponiendo la Apostasía del Tiempo Final: Doctrinas de Demonios. #8

Exponiendo la Apostasía del Tiempo Final: Doctrinas de Demonios. #8

Antes de iniciar la enseñanza de este capítulo, oraré por todos nosotros. Vamos a buscar la presencia de Dios en oración, para que sea el Señor glorificándose en este día a través de nosotros y dándonos la sabiduría, el entendimiento y que el Señor, en su misericordia, permita que aquellos que lean esta enseñanza de hoy puedan recibirla, pero no sólo recibirla, sino también mantenerla en sus corazones.

Oración.

Padre celestial, te damos gracias por esta oportunidad que tú nos brindas de buscar tu presencia, de buscar más de ti. Damos gracias por las revelaciones que hoy nos permitirás recibir. Te pedimos, Señor, que venga a cada uno de nuestros hogares y a esta iglesia tu reino, y que se haga tu voluntad en nuestras vidas, así como en el cielo.

Líbranos de nuestros enemigos y perdona nuestras ofensas, así como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Te damos gracias, Señor, porque tú estás con nosotros, porque tu palabra dice que donde hay dos o tres reunidos en tu nombre, allí estás tú.

Y te damos gracias también por la autoridad que tú nos has dado para destruir, para deshacer las obras del diablo. Tú nos diste poder y autoridad para pisar serpientes, escorpiones y todo el poder del enemigo. Y nada, por ninguna razón, nos puede hacer daño.

Hay poder en el nombre de Jesús. La puerta del Hades no prevalecerá ante la iglesia de Dios.

Yo cubro a cada persona que va a leer esta oración y esta enseñanza, como también a los que nos escucharán a través de nuestras grabaciones, a los que nos escucharán en persona, a los que nos escucharán en Zoom. Yo cubro a todos los que me escuchan con la sangre de Jesucristo.

Que haya fuego y luz en cada uno de nosotros, en el nombre de Jesús. Que todas las obras de la oscuridad, enviadas y asignadas para tratar de evitar, para tratar de oponerse a que muchos escuchen, para tratar de oponerse a que puedan entender, para tratar de oponerse a que se arrepientan, que todos se desintegren en el nombre de Jesús. Yo cubro los ojos y oídos, el corazón, la mente y las emociones de cada persona que escucha, con la sangre de nuestro Señor Jesucristo.

Que haya fuego y luz en cada persona que nos lee en el nombre de Jesús. Que toda obra de la oscuridad que se opone para que haya arrepentimiento, a que haya convicción del pecado, a que puedan entender y recibir la verdad, todo lo que se opone a la sabiduría que viene de lo alto, que se queme, en el nombre de Jesús.

Que haya fuego y luz en cada persona que vaya a escuchar esta enseñanza, en el nombre de Jesucristo. Yo cubro a cada persona que me escucha con la sangre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

En este capítulo 8 de nuestro libro, expondré muchas doctrinas de demonios durante esta enseñanza. Pero, expondré 5 de ellas, principalmente:

1)  Los cristianos no pueden tener demonios.
2) Los demonios no existen.
3) Sólo hay que predicar, no hay que echar fuera demonios.
4) Las enfermedades no son causadas por demonios.
5.) Con los demonios no se habla, no se les pregunta nada.
 
¿Qué es una doctrina de demonios?

Son doctrinas que predican muchos pastores, algunos de ellos muy sinceros, a otros no tan sinceros. Ellos lo hacen porque crecieron en este tiempo donde la maldad es muy grande y estamos en apostasía. Y son doctrinas que ellos recibieron, y por alguna razón no han recibido la revelación de que esas son doctrinas de demonios.

Estas falsas doctrinas provienen directamente del infierno, son doctrinas que vienen de allá abajo, son doctrinas que el mismo diablo las crea, con el propósito de tratar de evitar que la persona llegue al verdadero conocimiento de la verdad, con el propósito de dar a la persona una falsa expectativa de salvación, una falsa libertad.

Es como sucedió con el Señor, cuando los fariseos discutían con él, diciendo: “No, no somos hijos de pecado”. Y el Señor dijo: “Si el hijo te libera, serás verdaderamente libre”. Prácticamente estos demonios que crean doctrina falsa quieren llevar a las personas, así como los fariseos, que no puedan entender que necesitan una verdadera libertad, que hay más allá, quieren mantener a la persona limitada, para que la persona no pase al siguiente nivel. Estas doctrinas mantienen a los creyentes ciegos de la realidad espiritual que vivimos.

Ellos vinieron a robar, a matar y a destruir. El propósito es engañar, porque si mantienen a la persona engañada, aunque la persona crea ser salva, aunque la persona crea servir a Cristo, acontece que muchos, si no se arrepienten, si no escuchan enseñanzas como estas, en aquel día el Señor les dirá: “Apartaos de mí, yo no nunca os conocí”. Porque el propósito es engañar. Y ese engaño, si el Señor en su misericordia no abre nuestros ojos y nos lleva a la verdad y al arrepentimiento, termina en muerte eterna.

 

1) Los cristianos no pueden tener demonios.

La primera doctrina, que es una doctrina de demonios, que proviene del mismo infierno, la cual es que “Los cristianos no pueden tener demonios”. Esa es una doctrina de demonios y el propósito es mantener a las personas esclavizadas.

¿Quién puede ser más esclavo que una persona que está esclavizada por demonios y cree que no es esclavo o esclava? Porque si uno cree no tener demonios, entonces no se buscará ayuda. Entonces, automáticamente, si uno cree no tenerlos, pues ya no se va a buscar la manera de ser libre, de buscar una ayuda, de buscar a Dios, de orar, de hacer aquellas cosas que el Señor nos ha mandado en su palabra que hagamos, para que lleguemos a esa verdadera libertad, para que recibamos esa paz que sobrepasa todo entendimiento.

Voy a citar algunas escrituras donde se nos muestra claramente cómo en la iglesia sí había demonios, aún en aquel tiempo. Pero en aquel tiempo obviamente había maldad, pero no tanta como ahora. Ahora es peor, ahora hay más demonios que nunca. Aún la palabra nos dice cómo en este tiempo los demonios salen aún del abismo, los tres ángeles atados van a ser sueltos y muchas otras cosas se mencionan. Porque es el tiempo final, y hay más demonios que nunca.

La palabra dice en Lucas 13:11-13:

«Y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, eres libre de tu enfermedad. Y puso las manos sobre ella; y ella se enderezó luego, y glorificaba a Dios.»

Pero luego si leemos el versículo 16 de Lucas 13, leemos:

«Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo?»

¿Quién es una hija de Abraham? Una hija de Abraham es una hija de la promesa. Es decir, si es hija de Abraham, es hija de Dios. Era una hija de Dios y Satanás la tenía atada por 18 años. ¿Y con qué la tenía atada? Con un espíritu de enfermedad.

Quiero que empiecen a pensar, pues el diablo engaña al mundo entero y ha cegado a la iglesia. Aquí claramente el Señor nos está mostrando, como dice la palabra, que de su misma boca dijo, que esta hija de Abraham estaba enferma por 18 años. ¿Pero por qué estaba enferma? Porque un demonio la tenía atada. Es decir, que es uno de los puntos próximos que hablaré, porque aún las enfermedades son causadas por demonios.

Hay espíritu de enfermedad, ella estaba enferma porque tenía un demonio de enfermedad y el Señor reprendió ese demonio. Y la mujer luego le tocó y la mujer aún era encorvada y cuando fue libre de ese demonio, la mujer se sanó y se enderezó.

Ahora, en Lucas 8:2, dice:

«Y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios.»

Aquí habla de algunas mujeres, pero menciona a María Magdalena directamente, de la cual salieron siete demonios. Está mencionando a una, pero claramente dice: “Y algunas mujeres”, es decir, había varias mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades.

Una vez más, vemos que hay una correlación entre los espíritus malos y las enfermedades. Y así lo miraremos más claro en el transcurso de esta enseñanza, que hay una relación entre las enfermedades y los demonios.

El Señor sanaba a las personas, pero en muchos casos no les decía: “Sé sano”, sino que decía: “Sal demonio”. Y cuando el demonio se iba, la persona era sana. Esas son cosas que están muy claras en la palabra del Señor, pero el diablo ha cegado los ojos y el entendimiento para que no entiendan.

Hay que despertar, es el tiempo final. ¿Cómo tomaremos nuestras armas y pelearemos contra nuestros adversarios, si no entendemos lo que está pasando?

 

2) Los demonios no existen.

Otra mentira es que los demonios no existen. Pero, aquellos pastores que dicen que los demonios no existen, no sé si ellos crearon otro lugar y los mandaron ahí o los desaparecieron. Porque si en el tiempo del Señor había tantos demonios, ¿cómo ahora no van a existir, si estamos en el tiempo final?

Claramente dice la palabra que en este tiempo habrá mucho mal causado por demonios. En Apocalipsis habla de demonios en muchos lugares, y en casi cada libro del Nuevo Testamento se mencionan. ¿Cómo es que los demonios no existen? ¿Cómo es que ahora los demonios supuestamente ya no están? ¿A dónde se fueron? ¿Están de vacaciones o en dónde están? ¿Ya fueron juzgados y mandados al Lago de Fuego? No, los demonios sí existen.

La palabra manda en 1ra de Pedro 5:8:

«Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar.»

Sed de espíritu sobrio, dice la palabra de Dios. Esa palabra no solamente era para hace dos mil años atrás, esa palabra es para ti y para mí. El Señor nos advierte y manda que seamos de espíritu sobrio, que estemos alerta, que seamos cuidadosos, que estemos pendientes, que tengamos cuidado porque “vuestro adversario”, es decir, nuestro adversario. ¿Quién es un adversario? Es un opositor, es decir, es una persona con quien uno pelea. Es una persona que nos quiere hacer daño, nos quiere hacer mal. Ese es el diablo y la palabra nos manda que seamos de espíritu sobrio, que estemos alerta porque él anda como león rugiente, buscando a quien devorar.

En realidad, voy a hablar poco sobre el tema del león. Alguna noche, ministré a una dama a la que supuestamente le han dado muchas profecías sobre ser profeta y me había mandado una solicitud de amistad en un medio social y yo lo vi cuando ya le estaba ministrando. Me llegó la solicitud que ella había mandado antes y tenía la imagen del león. Yo le dije: “Mira, ese león que tienes aquí, también es idolatría”.

Ese león representa al león que anda rugiendo, el diablo y Satanás. Mientras le ministraba, le dije: “Manifiéstate, tu león”. Se manifestaba Pitón en el espíritu de falsa profecía en ella, pero también lo hacía el león. Le dije: “Manifiéstate también león junto a Pitón”. Después de una batalla, porque no quería hablar, habló y nada más dijo: “Yo soy la serpiente antigua, el diablo. Y me burló, son unos tontos todos. La iglesia está dormida, caen tan fácilmente”, se burlaba así. Decía Satanás: “La iglesia está dormida, caen tan fácilmente en mis manos”.

Ese león que tienen algunas iglesias, la iglesia pentecostal, incluso el logo de la iglesia pentecostal más grande, que es la que representa prácticamente a todas, son dos leones. Ese león representa al diablo y a Satanás. Ese no es Jesucristo. Jesucristo no es un animal, Jesucristo es Dios y él manda no hacerse imágenes. Cuando se hacen imágenes, están transgrediendo. Ya pronto hablaré más de ese león, pero ese león es este que está aquí, que anda como un león rugiente, que con engaño y falsedad busca que la persona haga lo que Dios dice que no haga, pero lo pone bonito y agradable para que uno lo haga.

Entonces, los demonios sí existen y ese diablo mentiroso, como dice la palabra, engaña al mundo entero. No solamente existe, está muy ocupado engañando y manteniendo la iglesia en apostasía.

 

3) Sólo hay que predicar, no hay que echar fuera demonios.

Casi la gran mayoría de pastores y casi el 90% de las iglesias del mundo entero, dicen: “Solo hay que predicar”, y eso es lo único que ellos hacen, van a predicar. No hay que sanar, no hay que liberar a las personas, pero ¿quién les mandó solamente a predicar y no a sanar y a liberar? ¿A cuál de sus discípulos el Señor le dijo: “Ve, sana, ve, predica, no sanes a los enfermos y no eches fuera demonios?”. Esa es otra doctrina del infierno. Si no sanan y echan fuera demonios, pues están atados en la iglesia y todas las iglesias están atadas. Pues sabemos, como vemos y veremos más claro aún, que incluso las enfermedades son causadas por demonios.

Entonces, las personas en la iglesia están endemoniadas. Y en la iglesia dicen: “No, no, vete al médico. No, aquí no se hace liberación, aquí nada más predicamos, somos de sana doctrina”. ¿Qué es sana doctrina? Sana doctrina es hacer la obra que hizo Jesucristo y él anduvo predicando, pero anduvo sanando y liberando dondequiera que iba.

La sana doctrina no es hablar bonito. El reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder. Quien no hace la obra que hizo Cristo, que incluye sanar y liberar, no tiene una sana doctrina. Tiene una doctrina diabólica, tiene una doctrina mentirosa, tiene una doctrina engañadora, tiene una doctrina que el diablo está usando para mantener a las ovejas que se congregan ahí encadenadas y engañadas.

El reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder. La sana doctrina es hacer la obra que hizo Cristo, la sana doctrina es hacer la obra que el Señor encomendó a sus discípulos. ¿Cómo es que no hay que echar fuera demonios ni sanar?

Dice la palabra en Lucas 4:18:

«El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres. Me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos y la recuperación de la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos.»

Eso fue al principio, al iniciar el Señor su ministerio.

Después, dice la palabra en Mateo 9:35:

«Y Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia.»

Recorría todas las sinagogas, ¿sólo predicaba?, no, predicaba y sanaba a las personas.

La palabra discípulo significa ser como el maestro. Aquellos que dicen que no hay que sanar y liberar, son discípulos de una religión, de una organización, y si no se arrepienten, el final no se sabe dónde será. Para la gran mayoría, por no decir todos, habrá lloro y crujir de dientes.

Ser discípulo significa ser como el maestro. Si somos discípulos del Señor, tenemos que hacer lo que hacía Jesucristo. Guardamos su doctrina, hacemos lo que él mandó a sus discípulos.  ¿Qué mandó el Señor a sus discípulos? En Lucas 9:1 se enseña algo que sucedió al principio, antes de enviarlos por primera vez, una de las primeras veces que los mandó solos. Dice la palabra:

«Habiendo reunido a sus 12 discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios y para sanar enfermedades, y los envió a predicar el reino de Dios y a sanar a los enfermos.»

¿Qué hizo el Señor cuando reunió a sus 12 discípulos, antes de enviarlos a predicar solos? Dice la palabra que les dio poder y autoridad.

Los que somos verdaderos discípulos de Jesucristo, si verdaderamente nuestra doctrina es la del Señor, si tenemos una verdadera sana doctrina, no la sana doctrina que predican allá afuera: “somos trinitarios, por eso tenemos sana doctrina” o “somos unitarios, tenemos una sana doctrina”. La sana doctrina la tenían esos discípulos, porque ellos hicieron lo que el Señor les mandó. Ellos salieron con autoridad y poder.

Luego el Señor mandó a 60 y pico, 70 y pico, regresaron gozosos diciendo: “Señor, hasta los demonios se sujetan a nosotros en tu nombre”. Esa es sana doctrina. Cuando tenemos autoridad en el nombre del Señor Jesucristo, ahí tenemos evidencia de que somos sus discípulos. Cuando sanamos y liberamos por el Espíritu de Dios, porque el diablo también da falsos dones, entonces hay evidencia de que somos sus discípulos. Eso significa que nuestra doctrina verdaderamente es buena y es sana, porque aquellos que hacen la voluntad de Dios a estos él escucha, esa autoridad para sanar y liberar no viene del hombre, viene de Dios.

Claro, hay otros a los que el diablo les da autoridad, pero viene de Dios o viene del diablo. Pero si sanamos por el Espíritu de Dios, es porque hemos encontrado gracia ante sus ojos. Significa que nuestra doctrina es verdadera. Pero aquellos que dicen que no hay que sanar, que no hay que liberar, se están diciendo a sí mismos que no son discípulos.

Más yo no les estoy juzgando. Yo sé que mis palabras son fuertes, quizás difíciles de aguantar, pero yo no les estoy juzgando. Pero sí quiero que caiga ese velo diabólico que Satanás ha puesto en los ojos, para que no entiendan la palabra. Por ejemplo, hay pastores de 20 o 30 años predicando y todavía no entienden la palabra. Y me da una tristeza, porque de ellos se habla cuando dice la palabra: “Y me dirán: Señor, yo predicaba, yo profetizaba…Apartaos de mí, obrador de maldad”, porque no estaban haciendo lo que hizo Dios.

Yo no les juzgo, el juicio no llega aún, pero está muy cerca. Pero mi deseo o el propósito de esta enseñanza, es que se escuchen y se arrepientan, tanto los pastores como las ovejas. Ustedes ovejas que se congregan en una iglesia fría, en una iglesia tibia, donde no son discípulos, se dicen llamar discípulos, pero son falsos discípulos. Por los frutos los conocerán. Si hacen la obra que hizo Jesucristo, por el Espíritu de Dios, son sus discípulos. Pero si no hacen la obra que hacía Jesucristo, y la que mandó a sus discípulos, y que la hagan por el espíritu de él, muy importante, no son sus discípulos. Son discípulos de una religión, son discípulos del engaño, son discípulos del espíritu de error.

Y hay muchos pastores, miles tal vez, que son sinceros, pero están sinceramente engañados. Y yo con sinceridad les digo, y en el amor de Cristo, tienen que arrepentirse. Pero ustedes ovejas, que se congregan en una iglesia así, están aportando al mal, y si no se arrepienten, van ahí donde ellos irán. La palabra nos dice, si un ciego guía a otro, ambos caerán en el hoyo. Ese hoyo es el lago de fuego. Si no se arrepienten, si no buscan una iglesia donde sean verdaderos discípulos de Dios, la religión no les salva, una denominación no les salva. Somos salvos a través de la fe en Jesucristo, cuando recibimos la verdad.

En Mateo 9:35, dice:

«Y Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia.»

En Mateo 10:8, el Señor manda a los discípulos:

«Sanen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, expulsen demonios. De gracia recibieron, de gracia den.»

Aquí hay un mandato claro: “Vayan”, les dice a sus discípulos, “a sanar a los enfermos”. Una vez más, ¿qué mandaba el Señor?

Aún dice: “El Espíritu de Dios está sobre mí, porque me ha mandado a sanar, a liberar a los cautivos”. Pero luego, con la misma obra que Él hizo, la misma obra que Él vino a hacer, es la misma obra que Él encomendó a sus discípulos. Y les dijo: “La misma obra que yo he hecho, aquellos de ustedes que crean en mí, también harán”. Los que no hacen la obra que hizo Jesucristo, es porque dan testimonio de que su fe no está firme en la roca.

Porque podemos predicar, simplemente no siendo mudos, y si leemos la palabra, podemos hablar de ella. Pero para hacer la obra que hizo Jesucristo, de sanar y liberar, debemos tener poder, debemos tener poder de lo alto. No se hace con palabras bonitas. Si no hacen esa obra, es porque el Señor no los ha recibido como sus discípulos, es porque algo está mal.

Si tienen un ministerio, pues esta palabra es sobre todo para los pastores, para los que dicen tener un ministerio. Si tienen un ministerio, y el Señor no da testimonio de ustedes, evalúense, están mal. La palabra es verdadera, pero ustedes están mal. Aquí el Señor claramente manda a sanar enfermos, a resucitar muertos, a limpiar leprosos, a echar fuera demonios. Claramente dice: “Vayan a hacer esto, es lo que quiero que hagan”, dice el Señor. ¿Por qué dicen ustedes ahora que no hay que echar fuera demonios, cuando el Señor lo mandó? ¿Quién tiene la última palabra, el hombre o Dios? ¿A quién seguimos y a quién servimos, al hombre o a Dios? ¿A quién seguimos y a quién servimos, a las religiones que dicen que no hay que hacer lo que el Señor mandó, o seguimos al Señor y hacemos lo que Él nos manda en su palabra? Ustedes, ¿a quién eligen, las religiones, las denominaciones, la doctrina de hombre, o la doctrina de Cristo, que está escrita en su palabra?

Dice en Lucas 13:32:

«Y les dijo: Id, y decid a aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra.»

“Yo hago curaciones y echo fuera demonios”, dice el Señor.

¿Alguien puede entender? ¿Alguien puede mirar? Después de esta enseñanza, podrían como un propósito de leer los primeros cinco libros de la Biblia primordialmente, donde habla de la obra de los discípulos y del Señor, para que miren que con tanta frecuencia se habla de sanidades y de echar fuera demonios. ¿Cómo es que no hay que hacer lo que el Señor mandó? ¿Quién dijo que tenemos que vivir un evangelio diferente?

En Marcos 16:17-20, dice:

«Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios.»

 Hagamos una pausa aquí, para ustedes ¿qué significa “estas señales seguirán a los que creyeron”? ¿Alguno está de acuerdo conmigo que significa “esta es la evidencia de aquellos que creyeron”? Esto da testimonio de que verdaderamente han creído, porque hasta los demonios creen y tiemblan, por ello están perdidos.

Pero dice en Marcos 16:17-20:

«Y estas señales seguirán a los que creen.»

¿Están de acuerdo en que “estas señales” significa “esta es la evidencia”? Es decir, si alguno dice “yo creo”, pero no hace la obra, no hay señales. Si hay alguna iglesia que dice “nosotros somos del Señor, nosotros sí tenemos fe”, pero no hay señales, el Señor es verdadero y su palabra permanece para siempre, esa iglesia está mal.

El versículo continúa:

«Y estas señales seguirán a los que creen; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán. Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén.»

¿Quién confirmaba las palabras de los discípulos? El Señor. ¿Cómo la confirmaba? Con las señales. Pero una vez más el Señor vino a sanar claramente, a echar fuera demonios, mandó a los discípulos a sanar y echar fuera demonios, y estas fueron las últimas palabras. Dice aquí, ya que cuando, después que el Señor habló, en el versículo 19, fue recibido arriba en el cielo. Es decir, ya cuando el Señor se despedía de ellos, les dijo: “Vayan a ser discípulos por todas las naciones. El que crea y sea bautizado será salvo, más el que no crea será condenado”.

Pero no solamente les dijo eso. Es decir, porque dicen creer, y no hacen las señales, es decir, que no han creído. “Y estas señales entonces seguirán a los que verdaderamente creen”, porque van a haber dos tipos de creyentes: falsos creyentes y verdaderos creyentes. Pero estas señales seguirán a los verdaderos creyentes. En su nombre sanaremos y echaremos fuera demonios, hablaremos en lengua, si bebemos algo mortífero no nos hará daño.

Hay dos tipos de creyentes: verdaderos creyentes y falsos creyentes. Hay dos tipos de discípulos: falsos discípulos y verdaderos discípulos. Los verdaderos discípulos hacen las señales que el Señor aquí manda. Los falsos discípulos solo hablan, porque no tienen poder de Dios, porque no son discípulos. Por los frutos los conocerán.

 

4) Las enfermedades no son causadas por demonios.

Otra falsa doctrina, que las religiones, el diablo, la doctrina del infierno, las enfermedades no son causadas por demonios. Si entendieran que las enfermedades son causadas por demonios, entenderían que todos los cristianos tienen demonios. Todos tienen enfermedades. Pero eso dice el hombre, dice el hombre, que las enfermedades no son causadas por demonios. Pero miraremos qué dice la palabra.

Lucas 13:11-13 dice:

«Y había allí una mujer que desde hacía 18 años tenía un espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar.»

Tenía un espíritu de enfermedad. ¿Cómo es que los demonios no causan enfermedades? ¿Cómo es que las enfermedades no son causadas por demonios? ¿Se equivocó el Señor aquí? Aquí hablaba el mismo Señor. ¿Cuál de ustedes dice que el Señor es mentiroso, que estaba mintiendo? ¿O alguno de ustedes cree que ya porque el Nuevo Testamento fue escrito hace más de 2.000 años, que ya cambió, que ya los demonios tienen otra tarea, ya no causan enfermedades, como las causaban en el tiempo del Señor?

El Señor no ha cambiado nada, tampoco creo que los demonios hayan cambiado. ¿Ustedes piensan que ya los demonios se hicieron buenos ahora, y ya por eso no causan enfermedades, o están de vacaciones porque ya es el tiempo final, porque pronto van a ser lanzados al lago de fuego, y se están dando un poquito de vacaciones y ya no están enfermando? ¿Cuál es la excusa que ahora ya no enferman? ¿Cuál es la excusa que el diablo les ha puesto para querer que ya no enferman?

Mateo 8:16 dice:

«Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos.»

Muchos endemoniados, y sanó a todos los que estaban enfermos. Lo expulsó a los demonios con su palabra. Miren una y otra vez, el Señor manda a sanar y a liberar, pero el Señor andaba sanando y liberando. Hay una relación, como así es, son como gemelos casi, las enfermedades y los demonios, están como siempre juntos, como que son inseparables. Como que en la palabra de Dios una y otra vez el Señor habla de sanar y liberar, es como que las enfermedades y los demonios están unidos, muy unidos, son muy amigos.

Lucas 11:14 dice:

«Estaba Jesús echando fuera un demonio, que era mudo; y aconteció que salido el demonio, el mudo habló; y la gente se maravilló.»

¿Alguien conoce a algún mudo? Yo pienso que muchos conocen a alguien mudo. Son demonios, son causados por demonios. El diablo causa esos mudos, que no hablen. Dice la palabra que vi un demonio mudo, y cuando el Señor expulsó ese demonio, el mudo habló. ¿Quieren que los mudos hablen? Ya saben, son demonios, pero hay que tener autoridad para sacarlos. Son demonios de alto rango, no salen tan fácilmente. Pero si entendemos que son demonios, por lo menos ya podemos empezar el proceso de buscar a Dios, para que el Señor nos envista con poder de lo alto, para que podamos expulsar esos demonios mudos. Es la verdad que nos hace libres, no la mentira.

Marcos 9:17-18, dice:

«Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo.»

Otra vez un espíritu mudo. Ese hombre, ya hace 2,000 años, sabía que su hijo no hablaba porque tenía demonios. La gente de hoy en día, los cristianos de ahora, tienen 15 años en la iglesia y aún no saben que las cosas que les suceden son causadas por demonios. El diablo ha buscado la forma de entorpecer el entendimiento, pues hace 2,000 años la gente lo entendía, y ahora no.

«…el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron.»

Pero luego en el versículo 25, dice el Señor:

«Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él.»

¿Pero qué creen que pasó con ese niño, que los discípulos no pudieron sanar, pero el Señor sí vino y reprendió al espíritu mudo y sordo? Cuando salió, el niño cayó como si fuera muerto al piso, se desmayó, pero cuando se levantó, la gente pensaba: “¡Oh se murió!”. Cuando el Señor lo levantó, cuando se levantó, que se despertó, estaba sano. Aquí vemos dos ejemplos, epilepsia, espíritu mudo, y el otro mudo; ambos demonios. Después se van, y la persona habla. ¿Por qué la iglesia no está haciendo lo que hacía el Señor?

Aquí miramos algo muy importante, que los discípulos trataron de sanar a este niño, y no pudieron, y le preguntaron en privado: “Maestro, ¿por qué nosotros no pudimos?”. Porque estaban desconcertados, se preguntaban: ¿Qué pasó aquí?

Obviamente, el Señor les había dado autoridad y poder, y ellos habían salido a hacer la obra, quizás para ese tiempo, habían hecho miles de milagros. Dios había hecho miles de milagros a través de ellos, pero encuentran a este niño y no pueden, y el Señor les dijo: “Esta clase no sale sin oración y ayuno”. Hay demonios más fuertes, como estos mudos, que aún nosotros los discípulos, tenemos que pasar un proceso de ayuno y oración, para que la persona pueda ser totalmente libre. Pero si entendemos que sí se puede, si entendemos que son demonios, si pagamos el precio en ayuno y oración, al tiempo del Señor, entonces sí podremos expulsarlo. Pero primero tenemos que entender que son demonios, tenemos que iniciar ese proceso, para que el Señor nos fortalezca espiritualmente, hasta que podamos.

 

5) Con los demonios no se habla, no se les pregunta nada.

Otra doctrina de demonios, es que a los demonios no se les habla, no se les hace preguntas. Pero es una doctrina de demonios. Cuando se entiende lo espiritual y cómo funcionan las cosas, si tenemos verdadero poder espiritual, cuando hablamos con ellos, ellos se van debilitando.

El Espíritu Santo, si verdaderamente mora en nosotros y nos ha ungido, Él es fuego y fuego consumidor, Él es luz. Hay luz en nosotros, cuando estamos practicando con la persona, esa luz de Cristo que mora en nosotros, atormenta a los demonios, los debilita. Entonces cuando uno habla con ellos, ellos se van debilitando, y al principio si son mentirosos, y tratan de no hablar, y muchas cosas, pero cuando llega un momento de debilidad, todavía ahí dicen lo que no deben, cosas que no quieren decir, y que las tienen muy secretas.

Cuando los demonios están atormentados, hablan lo que no quieren hablar. Por eso Satanás dice: “No hay que hablar con los demonios”, porque si tenemos autoridad en Cristo y hablamos con ellos, ellos son expuestos.

Si yo oro por la persona, y se manifiesta un espíritu de enfermedad, y la gente escucha: “Soy demonio de enfermedad”, van a saber que hay un demonio de enfermedad. Si se manifiesta un demonio de locura, o de autismo, o de dolor de cabeza, o de dolor de pie, o de falsa doctrina, o de transferencia de demonios, y yo le pregunto: “¿Quién eres tú?”, “Yo soy demonio de falsa doctrina”, dicen ellos, o “Yo soy demonio de transferencia de demonios, y me transferí en la iglesia que fue él, o ella”, si les hago preguntas, ellos van a ser expuestos.

Entonces es una doctrina de demonios, que viene del infierno, porque ellos no quieren ser expuestos, y la gente le cree: “No, no les hagas preguntas, en pocas palabras, no, no nos expongas”, y la gente le cree. Pero somos mandados a exponerlos, a exponer las obras del diablo.

Si entendemos la verdad, tenemos que hacerles preguntas, porque queremos exponer los demonios. Queremos que la venda diabólica que está puesta en este tiempo final, en la iglesia, se caiga, para que la iglesia despierte, y pueda hacer la verdadera obra, que el Señor nos encomendó.

Miraremos, en la palabra de Dios, ya que muchos dicen: “No, el Señor no hablaba con los demonios”. Pero miremos en la palabra de Dios, si había conversaciones entre el Señor y los demonios.

En Marcos 1:34, dice:

«Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían.»

Esa es una de las escrituras para decir: “No se debe hablar con los demonios”. El Señor no dejaba hablar a los demonios, pero aquí claramente nos está diciendo la palabra, que el Señor no los dejaba hablar, porque sabía quién era él. Es decir, que aunque él les prohibía, de todas formas hablaban.

Él no los dejaba hablar a muchos, porque sabían quién era él, y él no quería que la revelación de quién él era, que era el Hijo de Dios, y Dios mismo en la carne, viniera por la boca de los demonios. Solo tenía otro propósito para revelar quién era, no lo quería revelar por la boca de los demonios, y por eso no los dejaba hablar, porque sabían quién era él. No porque tuviera pecado, no porque tuviera nada que esconder, y no quería que los demonios expusieran el pecado que tenía.

Eso ha pasado con algunos pastores, que vienen y van a echar fuera a demonios. El diablo viene y les dice, las cosas que hicieron por ahí, que no debían de haber hecho. Pero el Señor no tenía pecado. El Señor no los dejaba hablar, no porque tuviera nada que esconder, sino porque no quería ser revelado a través de demonios.

En Lucas 4:41, dice:

«También salían demonios de muchos, dando voces y diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Pero él los reprendía y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Cristo.»

Sí, los demonios sabían que él era el Cristo, pero muchos demonios salían diciendo: “Tú eres el Hijo de Dios”. Esa es la razón por la que el Señor no los quería dejar hablar, porque ellos ya estaban exponiendo quién era él; que era el Cristo. Ellos sabían que él era el Cristo, pero conversaban y gritaban diciendo: “Tú eres el Cristo”.

Cuando los demonios están atormentados, ellos hablan. ¿Estaban mintiendo? Los demonios son mentirosos, pero cuando están atormentados, cuando hay autoridad, dicen la verdad. Es porque en el tormento están bajo el poder de Dios y ellos tienen que decir lo que es.

Para mí es muy claro, cuando están fuertes, cuando están fuertes o muy fuertes en una persona y todavía nos falta autoridad en contra de ese demonio, sí es peligroso, porque sí pueden mentir. Pero cuando hay suficiente autoridad en contra de ese demonio, hablan así como en el versículo, diciendo al Señor: “Tú eres el Cristo”. ¿Estaban mintiendo?, no, estaban diciendo la verdad: que el Señor era el Cristo. Sabían quién era él.

En Lucas 4:34-35, dice:

«diciendo: Déjanos; ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios. Y Jesús le reprendió, diciendo: Cállate, y sal de él. Entonces el demonio, derribándole en medio de ellos, salió de él, y no le hizo daño alguno.»

¿Piensan ustedes que hubo una conversación ahí? Si yo te digo: “¿Qué tienes conmigo? ¿Has venido a dañarme, fulano de tal?”, y tú respondes: “Cállate y vete de mi casa”, ¿estamos teniendo una conversación? Sí, estamos teniendo una conversación. El demonio le habló palabras al Señor, y el Señor le respondió al demonio; es una conversación. El Señor no alargó mucho la conversación y lo mandó a salir, pero ya hay una conversación más directa, porque el demonio le decía: “¿Qué tienes con nosotros?”. Prácticamente el demonio exclamó: “¿Qué tienes con nosotros? ¿Has venido a destruirnos?”.

Pero miremos otra escritura más. En Marcos 5:7-13, dice:

«Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes. Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo. Y le preguntó: ¿Cómo te llamas?»

El Señor le preguntó al demonio: “¿Cómo te llamas?”. Ustedes piensan que si el demonio empieza a decirle al Señor: “¿Qué tienes conmigo, Hijo del Dios Altísimo? Por favor no me atormentes.”, y luego el Señor le pregunta: “¿Cómo te llamas?”, y el Señor también le decía: “Sal”, pero por alguna razón el demonio no se fue rápido. Pero cuando el Señor le decía: “Sal”, el demonio era atormentado, conforme a la palabra, y el Señor le pregunta: “¿Cómo te llamas?”, y respondió, diciendo: “Yo me llamo Legión, porque somos muchos”. ¿Ustedes piensan que eso es o no es una conversación?

¿Una conversación no consiste en dos personas que hablan? Bueno, ahí el demonio habló con el Señor haciéndole preguntas, y el Señor luego le hizo una pregunta de vuelta, y luego el demonio le rogaba mucho que no lo enviase fuera de aquella región. O sea el demonio le estaba rogando al Señor, le rogaba mucho. Es decir, ahí no se especifica cuántas veces le rogaba, pero está diciendo que le rogaba mucho. Es decir, que era insistente, al decir: “No, no me mandes fuera de esta región, no me mandes fuera de esta región”.

Los demonios le rogaban al Señor:

«Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo. Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos. Y luego Jesús les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil; y el hato se precipitó en el mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron.»

¿Algunos de ustedes creen que fue una conversación lo que aconteció ahí? ¿Que los demonios le rogaban: “No, no hagas esto, no nos mandes allá”, y el señor le preguntó: “¿quiénes son ustedes?”, y el señor les decía: “Salen”, y ellos le decían: “¿vienes a atormentarnos, a destruirnos?”? Ahí hubo una conversación, claro ahí está resumida la conversación, pues me imagino que fue mucho más larga de lo que está ahí registrado.

Entonces, el Señor sí hablaba con los demonios. En ese versículo el Señor le preguntó: “¿Cómo te llamas?”. Si aprendemos del Señor y le preguntamos a los demonios: “¿Cómo te llamas?, pues así vamos a saber su nombre, vamos a saber quiénes son.

Si los pastores creyeran verdaderamente en la palabra de Dios, y creyeran que a través de la fe pueden hacer la obra que hizo Cristo, y le buscaran con todo su corazón, e hicieran las obras que hizo el Señor, entonces entenderían cómo el diablo les engaña, y que las enfermedades son causadas por demonios. Y que si reprendemos a esos demonios, hay sanidad, hay libertad, hay cambio, entonces verdaderamente avanzamos el Reino de los Cielos. Si hacemos la obra que hizo Jesucristo, que incluye sanar y liberar, entonces sí estamos aportando al avance del Reino de los Cielos, que no consiste en palabras sino en poder.

Les pido ahora, que se pongan de pie, vamos a orar, vamos a reprender a esos demonios mentirosos, vamos a reprender las doctrinas de demonios, que tienen al mundo engañado, para que la iglesia no haga la obra que el Señor nos mandó.

Oración.

Yo cubro a cada persona que me lee, con la sangre de nuestro Señor Jesucristo.

Te damos gracias, Señor, por las revelaciones, por el entendimiento, por la claridad que nos permites entender de tu palabra. Y te damos gracias, Señor, porque tú viniste a sanar y a liberar a los cautivos, viniste a echar fuera demonios. Tú te presentaste para deshacer las obras del diablo. Y tú dijiste que aquellos que creamos en tu nombre, haríamos la misma obra que tú, que es la obra que tú mandas a tus discípulos, que incluye predicar tu reino, sanar a los enfermos y echar fuera demonios. Y en tu nombre, Señor, porque tú das testimonio de que somos tus discípulos, tú confirmas nuestra palabra, porque tú prometiste que estarías con nosotros, con tus discípulos, hasta el fin. Y tú has dado poder y autoridad a tus discípulos para sanar y liberar, tú has dado poder y autoridad para deshacer las obras del diablo.

Aquellos que verdaderamente te conocemos y entregamos nuestra vida a ti, en tu nombre, atamos esos demonios de apostasía, esos espíritus mentirosos que tienen a la iglesia engañada, de que no hay que echar fuera demonios, de que no hay que sanar, de que las enfermedades no son demonios.

Tú, espíritu mentiroso que engañas, yo te ato en el nombre de Jesús. Tu espíritu de apostasía, de que con los demonios no se habla, tu doctrina diabólica, yo te ato en el nombre de Jesús. Tu espíritu mudo que hace creer que los demonios no existen, que los cristianos no pueden tener demonios, yo te ato en el nombre de Jesús.

Las puertas del Hades no prevalecerán ante la iglesia de Dios. Es más fuerte el que está con nosotros que aquel que está en el mundo. Las tinieblas y la luz se enfrentaron y las tinieblas no prevalecieron. Las tinieblas no prevalecerán ante la luz. Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?

Que haya una tormenta de fuego sobre todo el ejército del enemigo, en el nombre de Jesús.

Todos los demonios de falsa doctrina, doctrina de demonios, doctrinas diabólicas que tienen a la iglesia fría, que han bloqueado el entendimiento para no ser expuestos, para que ellos no sean expuestos y para que no sean destruidos, yo los reprendo en el nombre de Jesucristo.

Que haya una tormenta de fuego sobre todos ustedes, en el nombre de Jesús. Que todas las aguas de todos ustedes se conviertan en sangre, en el nombre de Jesucristo. Que haya terror y confusión sobre todos ustedes, en el nombre de Jesús.

Todos los demonios de apostasía, que se dividan y se ataquen el uno al otro, en el nombre de Jesús. Que coman la carne y beban la sangre del uno al otro, en el nombre de Jesucristo. Que se embriaguen con la sangre del uno al otro, como si fuera vino, en el nombre de Jesús.

Yo hiero los caballos y jinetes del enemigo con confusión y ceguera. Yo hiero toda oscuridad con la luz. Que descienda fuego y consuma a esos demonios mentirosos, en el nombre de Jesús.

Está escrito que aún los cautivos legales de las tinieblas podrán ser rescatados, y que el Señor contenderá con los que contienden contra nosotros y a nuestros opresores. El Señor hará comer la carne y beber la sangre del uno al otro, y con la sangre del uno al otro se embriagarán como si fuera vino, y todos sabrán que el Todopoderoso, que el fuerte de Jacob, está con nosotros.

Que descienda fuego y consuma toda oscuridad, en el nombre de Jesús. Yo hiero los caballos y jinetes del enemigo con confusión y ceguera. Que haya una tormenta de fuego sobre todo el ejército del enemigo, en el nombre de Jesús. Yo hiero toda oscuridad con la luz. Que descienda fuego y consuma todo el ejército del enemigo, en el nombre de Jesús. Que haya una tormenta de fuego sobre todos los poderes de las tinieblas, en el nombre de Jesús. Yo hiero toda oscuridad con la luz.

Tú, espíritu mentiroso de apostasía, sal en el nombre de Jesús. Falsas doctrinas, salgan en el nombre de Jesús. Doctrinas de demonios, fuera en el nombre de Jesús.

Tú, demonio, que haces creer que los cristianos no pueden tener demonios, fuera en el nombre de Jesucristo. Los demonios no existen, salgan en el nombre de Jesús. Solo hay que predicar, no hay que sanar ni liberar, fuera en el nombre de Jesús. Las enfermedades no son causadas por demonios, salgan en el nombre de Jesús. Con los demonios no se habla, fuera en el nombre de Jesús.

Que haya una tormenta de fuego sobre todos ustedes, en el nombre de Jesús. Ardan en llamas todos, en el nombre de Jesucristo. Que la cabeza y el corazón de cada uno de ustedes se le explote, en el nombre de Jesús.

Hay poder en el nombre de Jesús. Yo hiero toda oscuridad con la luz, en el nombre de Jesucristo.

Que el terror de Dios caiga sobre todos los mentirosos y engañadores, en el nombre de Jesús. Yo hiero toda oscuridad con la luz. Que descienda fuego y consuma todo el ejército del enemigo en el nombre de Jesucristo.

Yo cubro los ojos y oídos espirituales de toda persona que me lee, con la sangre de Jesucristo. Toda contaminación que bloquea la verdad, que se desintegre con fuego y con la luz, en el nombre de Jesús.

El Espíritu Santo es fuego consumidor; fuego va delante de él y consume a sus enemigos. Nuestro Dios responde con fuego.

Que todos nuestros adversarios, todos los que se oponen a un verdadero reavivamiento, todos los que se oponen a que se arrepientan de seguir las religiones hechas por el hombre y a hacerse discípulo del Señor, que esos demonios se quemen, en el nombre de Jesús.

Yo hiero a los caballos y jinetes de la apostasía, con la luz, en el nombre de Jesús. Que haya un gran terremoto sobre el trono de la apostasía, en el nombre de Jesucristo. Que todas las aguas del trono de la apostasía se conviertan en sangre, en el nombre de Jesús. Yo envío todo tipo de plagas sobre el trono de la apostasía, en el nombre de Jesús.

Que haya división entre todos los que se oponen a la salvación, todos los que se oponen a un reavivamiento, y se dividan y se ataquen violentamente el uno al otro, en el nombre de Jesús. Que coman la carne y beban la sangre el uno del otro, en el nombre de Jesucristo. Que se embriaguen con la sangre del uno al otro, como si fuera vino, en el nombre de Jesús.

Hay poder en el nombre de Jesucristo. Las tinieblas y la luz se enfrentaron y las tinieblas no prevalecieron. Las tinieblas no prevalecerán ante la luz. Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?

Yo hiero toda oscuridad, con la luz, en el nombre de Jesús. Que descienda fuego y consuma todo lo que bloquea el entendimiento, el discernimiento de la verdad, todo lo que bloquea la luz del evangelio. Que se desintegre con la luz, en el nombre de Jesús.

Yo cubro a cada uno de ustedes que me lee con la sangre de Jesucristo, y yo bendigo a cada uno de ustedes, en el nombre de Jesús. Y en el nombre de Jesucristo he orado, amén.

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Pastor Francisco Gomez

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